Para saber si tu herida sufre riesgo de infectarse, comprueba siempre si la zona de piel afectada está inflamada o enrojecida. Si observas que la zona que rodea la herida está inflamada y que el enrojecimiento se extiende, la infección podría estar a las puertas.
Si la herida se está infectando, es difícil no darse cuenta. Uno de los síntomas clásicos de la infección es precisamente el dolor intenso y continuo asociado a menudo a una sensación anómala de calor en la zona de la herida. ¿Notas alguno de estos síntomas? Lo mejor que puedes hacer es acudir a tu médico.
Observa tu herida para ver si supura pus o un líquido amarillento. Es fácil reconocerlo por su olor bastante desagradable. Si ves que de tu herida sale pus o un líquido turbio, es un indicador fiel de que existe infección.
Ahora solo te queda analizar la zona de la piel que rodea la herida para descubrir la eventual presencia de rayas rojas. No hace falta que te compres un microscopio, a simple vista podrás encontrar unas sutiles líneas rojas que irradian de la herida. ¿Qué significan? Nada bueno: indican que la herida no solo está infectada, sino que la infección se extiende.
Si tu herida se ha infectado y la infección empeora, es muy probable que te suba la fiebre en pocas horas. ¿Tienes dudas? Tómate la fiebre con un termómetro para valorar tu estado de salud.