La hipertensión en el embarazo incluye un amplio espectro de patologías: desde la hipertensión gestacional hasta manifestaciones más graves como la preeclampsia y la eclampsia. Los trastornos asociados a la hipertensión en una mujer embarazada pueden aparecer en cualquier momento a partir del segundo trimestre y hasta varios días después del parto. La complicación más común de estas patologías, cuando se presentan en sus formas graves, suele ser el adelantamiento del parto.
La hipertensión gestacional genera un aumento de la tensión durante el embarazo y normalmente aparece después de la vigésima semana. A veces, la hipertensión gestacional se manifiesta en síntomas que anticipan episodios más graves de hipertensión, como la preeclampsia y la eclampsia. No obstante, la hipertensión gestacional tiene, en la mayoría de los casos, un desarrollo benigno y se resuelve sola con la normalización de la tensión unos tres meses después del parto.
La preeclampsia es una de las patologías más graves que pueden darse en el embarazo. Puede ocurrir tanto a gestantes que ya sufren de tensión alta como a mujeres normotensas. En cualquiera de los casos, el primer síntoma clínico de la preeclampsia surge de dos factores: una forma seria de hipertensión y la aparición en la orina de trazas de proteínas, moléculas que normalmente no pueden salir del cuerpo humano. Esta presencia anómala se debe a un fallo de los riñones, los órganos encargados de drenar los líquidos del organismo.
Además de la tensión alta, la preeclampsia se asocia a la aparición de edemas derivados de la pérdida de proteínas y puede degenerar rápidamente en un síndrome aún más grave: la eclampsia. Esta patología afecta al sistema nervioso central y provoca convulsiones que suelen ir precedidas de signos como la cefalea y los trastornos visuales. La eclampsia, al igual que la preeclampsia, puede aparecer sin síntomas en un embarazo aparentemente estable y en gestantes con una tensión casi normal.
La eclampsia en el embarazo puede dañar, además del sistema nervioso central, el funcionamiento de los riñones, el principal órgano implicado en este síndrome. En los casos más graves, además del daño renal, pueden producirse alteraciones del corazón, los pulmones y el hígado.