El aerosol es el instrumento principal para tratar las vías respiratorias inflamadas. Se trata de un nebulizador capaz de transformar un fármaco disuelto en multitud de partículas diminutas capaces de depositarse en la nariz y en la garganta para llegar a los bronquios. En los puntos de venta encontrarás distintos modelos: comparamos sus ventajas y desventajas.
El primer tipo de aerosol que podría interesarte es el mecánico o de aire comprimido. El dispositivo incorpora una bomba o un compresor que proyecta el aire al interior de la ampolla donde previamente habrás diluido la solución con el fármaco a nebulizar, creando así las partículas que irán a depositarse en tus vías respiratorias. Existen compresores de membrana o de pistón.
El aerosol de membrana es el producto más económico y más obsoleto, pero si tienes prisa y no aguantas el ruido, es probable que no sea la mejor solución para ti. Ten en cuenta que un aerosol de membrana tarda 10 minutos en nebulizar 3 mililitros de fármaco y puede llegar a un nivel de ruido de 55-60 decibelios, similar al de una calle de tráfico intenso.
Si el factor tiempo pesa mucho en tu elección, los aerosoles de pistón son la mejor alternativa: gracias a su motor más potente pueden ofrecer tiempos de nebulización más rápidos. Es cierto que, comparados con los de membrana, son menos económicos pero ya se sabe que el tiempo es dinero.
La segunda familia de aerosoles se basa en la tecnología de ultrasonidos. Esta gama de aerosoles incorpora un cristal que transforma el impulso eléctrico en vibraciones, las cuales ejercen en el fármaco un efecto similar a las olas del mar cuando golpean contra las rocas. El aerosol de ultrasonidos es el más indicado cuando se tiene mucha flema y se necesita diluir las secreciones bronquiales.
En general, los aerosoles de ultrasonidos son los más modernos de todos y, decididamente, más rápidos y silenciosos que los mecánicos. Como sabes, la tecnología más moderna suele ser también la menos económica.