Un esguince es la torcedura brusca de los ligamentos de una articulación. ¿Cuántas veces has apoyado mal el pie y has perdido el equilibrio? Cuando el esguince es de carácter leve, los ligamentos de la articulación consiguen, gracias a su elasticidad, mantener la posición de los huesos sin sufrir daños. Pero si las fuerzas en juego son considerables, los ligamentos pueden sufrir lesiones de mayor gravedad.
Si tienes la mala suerte de sufrir un esguince, lo primero que debes hacer es aplicarte frío para reducir un poco el dolor y bajar la hinchazón. Para ello puedes utilizar la bolsa de hielo de toda la vida, que habrás de llenar con cubitos de hielo del congelador. También puedes recurrir al hielo sintético listo para usar, ya sea en formato spray o en cómodas bolsitas monouso. Otra posibilidad es aplicarte prácticas almohadillas de gel directamente en la zona dolorida sujetándolas con bandas elásticas. Sácalas del congelador y fíjalas sobre la zona afectada: tu esguince disfrutará del alivio gradual del frío.
¿Te has aplicado hielo en el esguince? Bien, ahora es momento de vendarte la zona. Hazlo inmediatamente después del traumatismo para reducir el edema y el hematoma. Lo mejor es colocar un vendaje encima de un apósito salvapiel que proteja la piel. Realiza el vendaje procurando no cortar la circulación. Si la hinchazón no baja después de unas horas, acude a tu médico o directamente a Urgencias: es posible que necesites una aspiración de líquido, un vendaje rígido o, en el peor de los casos, una escayola.
¿Juegas al baloncesto y ya has sufrido varios esguinces, por ejemplo en el tobillo? Tu médico podrá aconsejarte, a modo preventivo y para evitar el riesgo de recaída, un vendaje que estabilice la articulación afectada de manera dinámica: se llama "taping" o vendaje neuromuscular. Para ello se utilizan vendas anelásticas (es decir, no extensibles) junto con apósitos salvapiel.